sábado, 28 de julio de 2018

Ciclo B - TO - Domingo XVII


29 de julio de 2018 - XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B

                        "Jesús tomó los panes... "

-2Re 4,42-44
-Sal 144
-Ef 4,1-6
-Jn 6,1-15

Juan 6,1-15

      En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea
(o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que
hacía con los enfermos.
      Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
      Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó
los ojos, y al ver que acudía mucha gente dijo a Felipe:
      - ¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?
      (Lo decía para tantearlo, pues bien sabía Él lo que iba a hacer)
      Felipe contestó:
      - Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un
pedazo.
      Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
      - Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de
peces, pero, ¿qué es eso para tantos?
      Jesús dijo:
      - Decid a la gente que se siente en el suelo.
      Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron: sólo los hombres eran
unos cinco mil.
      Jesús Tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los
que estaban sentados; lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
      Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos:
      - Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.
      Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco
panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
      La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
      - Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.
      Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey,
se retiró otra vez a la montaña, Él solo.

Comentario

      En lugar de la narración de la multiplicación de los panes como la
presenta Marcos, la liturgia interrumpe la lectura continua de este evangelio
e introduce durante varios domingos la versión, más larga y articulada, que
ofrece el cuarto evangelio de ese mismo relato.
       En este domingo se ofrece la narración del milagro y en los próximos
la interpretación del signo realizado con el discurso de Jesús sobre "el pan
de vida" en la sinagoga de Cafarnaún. El conjunto tiene un evidente
significado cristológico y eucarístico, sin que sea fácil deslindar un tema
del otro.
      Algunas anotaciones nos ayudarán a leer con mayor atención el evangelio
de hoy, introducido ya por la lectura del antiguo Testamento en la que Eliseo
da de comer a mucha gente con un número reducido de panes.
      Jesús, sanando a los enfermos y distribuyendo el pan, sale al encuentro
de las necesidades concretas de la gente, pero, al mismo tiempo, trata de
hacer comprender el significado de los milagros que hace y estimula a quienes
creen en Él a tener hambre de otras cosas: a abrirse plenamente a la fe y a
emprender una vida en la que sólo Dios puede, en definitiva, colmar las
necesidades más importantes del hombre.
      Jesús realiza el milagro en diálogo con sus discípulos y con la gente
que lo rodea. No de una forma espectacular, sino usando los medios a
disposición y utilizando lo que ya existe.
      El gesto de multiplicar el pan debe ser entendido a la luz de los
acontecimientos del Éxodo. Dios colma la necesidad del pueblo dándole el
maná, pan del cielo. Jesús evoca así la figura de Moisés. Pero su gesto no
es sólo memoria de un pasado, anuncia también una maravilla aún más grande
que se cumplirá en la Pascua. El evangelio da explícitamente esta referencia
temporal: "Se acercaba la Pascua... " (6,4). Y las palabras y los gestos
de Jesús son los mismos que los otros evangelistas emplean para narrar la
institución de la eucaristía.
      Jesús atrae todos a sí ("lo seguía mucha gente" 6,2) y no se opone a
la voluntad del Padre, que un día lo glorificará, pero no siguiendo el camino
que algunos querían. Por eso sabe también desprenderse de las pretensiones
de la multitud y quedarse solo.

"Cinco panes de cebada"

      Entre las muchas pistas de reflexión que nos ofrece el evangelio de
hoy, hay una que nos ayuda a leerlo desde Nazaret.
      El gesto de contar con aquellos cinco panes de cebada y los dos peces
secos que el chiquillo puso a su disposición corresponde con la experiencia
de todo lo humano que Jesús hizo en la pequeña aldea de Galilea.
      El pan de cebada era alimento de los pobres y de los esclavos. Producto
de escaso valor pero, sobre todo, escaso en cantidad para saciar a aquella
multitud. En opinión del discípulo Felipe, "ni medio año de jornal bastaría
para que a cada uno le tocara un pedazo".
      Unos de los aspectos principales del "signo" está precisamente en la
desproporción entre el pan disponible y la multitud saciada. A ello hay que
añadir los doce cestos de las sobras que hablan de la abundancia de los dones
de Dios en la época mesiánica.
      Pero el lado "nazareno" del milagro está en haber contado con lo poco
y de escaso valor a los ojos humanos para realizar la obra de Dios. Esa
delicadeza "divina" de contar con lo humano para salvar al hombre se inscribe
en el gran gesto de la encarnación, que es asumir lo humano, con todos sus
límites, para comunicar a todos una gracia ilimitada.
      La exigüidad de los medios, de que es claro testimonio la vida de
Nazaret (pequeñez de la aldea, insignificancia del trabajo allí realizado,
escaso horizonte cultural, etc), forma parte de los cinco panes de cebada que
Dios toma para cumplir su designio de salvar a todos.
      Lo que importa no es tanto la limitación de los medios (Dios puede
sacar hasta de las piedras hijos de Abrahán), cuanto el abrirse a la acción
divina. Lo poco de Nazaret y de los panes se hace de gran valor entre sus
manos.
      Ese ser el signo de que allí está " el gran Profeta que tenía que
venir al mundo" (Jn 6,14). Él es quien nos revela el modo de ser de Dios,
quien ahora ya no crea más cosas de la nada, sino que cuenta ante todo con
la colaboración humana para realizar sus obras.

Te bendecimos, Padre,
por la maravilla del pan abundante para todos.
Te bendecimos porque has querido sacarlo
del hogar de Nazaret y lo has dado
a la multitud hambrienta y dispersa
para formar la familia de los creyentes.
Danos hambre de la Palabra y del Espíritu
para que se cumpla en nosotros
el signo del pan ofrecido desde nuestra pobreza
y distribuido desde tu liberalidad.

Presentar nuestro pan

      La Palabra nos lleva a vivir la eucaristía no como una celebración que
se agota en sí misma, sino como un estilo de vida del que el momento
celebrativo es a la vez "fuente y culmen".
      Presentar nuestro pan, el pan de la miseria, expresión de nuestra
pobreza, para que Dios realice su obra, es la actitud fundamental que nos
enseña hoy la contemplación "nazarena" de la Palabra. Quizá sea ese el
milagro-signo que más necesitamos hoy: compartir el pan. Es decir, no
contentarnos con ser beneficiarios del milagro, sino contribuir a realizarlo.
      La doctrina social de la Iglesia presenta el problema de la distri-
bución justa de los bienes de la tierra como un problema ético y no sólo
técnico o económico. Porque lo que más importa es ganar la conciencia del
hombre al movimiento del compartir. De modo que el principal paso está dado
cuando las personas abandonan la actitud egoísta de quedarse con lo que
tienen, con sus panes, y los ponen a disposición de todos.
      Y lo que vemos con una cierta lucidez en el ámbito mundial tiene las
mismas dinámicas de aplicación en ambientes más reducidos y en todos los
aspectos de la vida. Pensemos en nuestra ciudad, en nuestra comunidad.
      Leer la Palabra de Dios nos compromete. Leerla, escucharla, vivirla en
la eucaristía es empezar a dar ese paso que nos abre a la comunidad desde los
límites de nuestro ser para permitir que Dios haga el signo de la
multiplicación de los panes en nuestra vida.

TEODORO BERZAL.hsf


sábado, 21 de julio de 2018

Ciclo B - TO - Domingo XVI


22 de julio de 2018 - XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo B                    

      "Le dio lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor"

-Jer 23,1-6
-Sal 22
-Ef 2,13-18
-Mc 6,30-34

Marcos 6,30-34

      En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le
contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
      - Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.
      Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni
para comer.
      Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron
marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo
por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una
multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor;
y se puso a enseñarles con calma.

Comentario

      La figura del pastor, frecuente en la Biblia para expresar las
relaciones entre Dios y su pueblo, hace de puente entre las lecturas del
Antiguo testamento y las del nuevo en la liturgia de hoy.
      Puede verse en la lectura de Jeremías (23,1-6) y en el salmo
responsorial una introducción al texto del evangelio en el que, aun de forma
sumaria, Marcos presenta la compasión del "buen pastor" y su preocupación por
los discípulos que lo siguen. .
      En la primera lectura podemos ver cómo Dios, que desde antiguo guiaba
como un pastor a su pueblo, anuncia que, vista la incapacidad de los
dirigentes, asumirá personalmente la guía de su pueblo en los tiempos del
Mesías. El salmo, como respuesta, cantará las delicias de sentirse conducido
por un pastor así. Es como participar en un gran festín.
      Este contexto en el que la liturgia sitúa el breve pasaje de Marcos,
ayuda a comprender mejor la doble intervención de Jesús para reunir en un
lugar apartado a los apóstoles al volver de la misión, y su atención
compasiva hacia la multitud hambrienta, sobre todo de la Palabra de Dios.
      "Y se puso a enseñarles con calma". Es típico de Marcos el uso del
verbo enseñar en sentido absoluto, sin decir cuál es el contenido del
mensaje. En este caso la enseñanza (aunque no sabemos cuál es), sabemos que
brota del momento de calma en compañía de los doce y de la inmensa compasión
por la gente que andaba "como ovejas sin pastor". Además, esa enseñanza parece
ser la introducción al milagro de la multiplicación de los panes que Jesús
realizará inmediatamente después.
      Tal signo anuncia ya su donación total para salvar a los hombres. La
2ª. lectura nos lleva a reflexionar sobre el alcance reconciliador y salvador
de ese gesto. Aparece así nítida la figura del Mesías, buen pastor, que
encarna la misericordia de Dios para con su pueblo, que guía y paga con su
persona el precio de nuestra paz.

"Vio Jesús mucha gente" (Mc 6,34)

      No es un detalle marginal la anotación de Marcos sobre la "compasión"
de Jesús al ver la multitud. Una lectura apresurada podría pasar por encima
de esa observación, pero si nos detenemos a leer el evangelio desde la
experiencia de Jesús en Nazaret, podemos decir que expresa una actitud
largamente madurada en el corazón del Maestro.
      Jesús vio entonces mucha gente y le dio lástima porque andaban como
ovejas sin pastor, pero más allá del grupo concreto de gente a la que se
refiere el evangelio de hoy, está toda la lista de personas que Jesús conocía
en su ambiente, en su pueblo, en su tierra que también "andaban como ovejas
sin pastor". La mirada de Jesús se había detenido desde hacía muchos años en
la desorientación de la gente, en su sensación de no encontrar puntos de
referencia válidos. Y esto a pesar de existir muchos maestros, guías y
autoridades.
      El acercamiento del texto de Jeremías a la situación contemporánea a
Jesús que la liturgia hace de manera indirecta, quizá había sido ya hecho por
Jesús muchas veces viendo lo que sucedía en Nazaret y en el pueblo judío en
general. Eso explica su polémica con los responsables religiosos que los
evangelios ilustran ampliamente.
      Lo importante para quien medita el evangelio desde Nazaret es ver que
una actitud semejante no se improvisa, no es fruto de un momento pasajero en
el que uno siente lástima por una situación desastrosa. No es fruto de
sentimentalismo sino una convicción profunda, fruto de una larga observación,
meditada, interiorizada, vista a la luz de la fe.
      La intervención de Jesús responde a esa actitud básica de compasión que
revela la misericordia y el amor del Padre. No se limita a "enseñar" aquel
día: crea una comunidad de mensajeros que lleven a todas partes el anuncio
de la salvación y se entrega personalmente para abrir un camino. Marchando
tras Él podrá constituirse un nuevo pueblo, un rebaño que sabe por donde
camina y que se siente libre e indefectiblemente unido a quien va delante de
Él.

Señor Jesús, danos tu mirada y tu compasión
Que tu Espíritu Santo nos introduzca en tu corazón,
que sabe estar con los amigos
y tenerse siempre pronto para la misión;
discernir de inmediato la verdadera necesidad de la gente
y actuar en profundidad
aportando soluciones válidas y duraderas.
Te bendecimos, Padre, por Jesús, nuestro pastor y guía,
con Él nos sentimos seguros,
en Él vemos el amor que tienes a todos los hombres.

Ser pastor

      Todo cristiano esta llamado a seguir a Cristo, a escuchar su enseñanza
y a dejarse guiar por É. Pero, al mismo tiempo todos estamos llamados a
compartir con É la tarea de pastoreo, cada uno según sus funciones y sus
carismas.
      De las lecturas que meditamos hoy deberíamos aprender el modo de ser
pastor como Jesús y la participación en la eucaristía debería profundizar
cada vez más nuestra identificación con Él.
      Subrayamos algunas características que se desprenden de las lecturas
de hoy para nuestro comportamiento "pastoral".
      - Dios es siempre el pastor. "Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas"
(Jer 23,3). Toda función pastoral debe, pues, situarse en la línea del signo
y la transparencia, para que aparezca claro lo que decía Jesús: "Mi Padre
trabaja siempre y yo también trabajo" (Jn 5,17)
      - Antes de la enseñanza está el tiempo de descanso y de reflexión
(personal o comunitaria) y esa mirada compasiva que comporta una penetración
profunda en la realidad en la que se encuentran los destinatarios del
mensaje.
      - Hablar a los demás, guiar, dirigir, es comprometerse: "Vosotros los
que antes estabais lejos, estáis cerca, por la sangre del Mesías, ... los
reconcilió con Dios por medio de la cruz (Ef 3,14-16). La palabra llama al
sacramento y el sacramento llama a la vida.
      - La finalidad de la acción pastoral es crear comunidad, construir el
reino, ser colaboradores en el plan del Padre de modo que el mundo sea cada
vez más la casa de Dios donde entran todos los hombres.

TEODORO BERZAL.hsf

sábado, 14 de julio de 2018

Ciclo B - TO - Domingo XV


15 de julio de 2018 - XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo B                     

                     "Los fue enviando de dos en dos"

-Am 7,12-15
-Sal 84
-Ef 1,3-14
-Mc 6,7-13

Marcos 6,7-13

      En aquel tiempo, llamó Jesús a los doce y los fue enviando de dos en
dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que
llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni
dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de
repuesto.
      Y añadió:
      - Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
      Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el
polvo de los pies, para probar su culpa.
      Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios,
ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Comentario

      La Palabra de Dios nos presenta hoy el misterio de la vocación y misión
de Amós (1ª. lectura), de todos los cristianos (2ª. lectura) y de los apóstoles
(3ª. lectura).
      En la página evangélica vemos el envío de los doce. Rechazado por los
suyos en Nazaret, Jesús, a partir de este momento, centra más su atención en
el grupo de los que le siguen y comienza a desarrollar un aspecto importante
de su vocación: llamados por Jesús "para estar con Él" (Mc 3,14), ahora los
envía para proclamar el mensaje como Él mismo lo hacía y para llevar a cabo
las señales que Él mismo cumplía. Es curioso observar que el evangelista
emplea para describir la misión de los apóstoles las mismas expresiones que
hasta ese momento había usado para decir en qué consistía el ministerio de
Jesús: "predicar, expulsar los demonios, curar los enfermos".
      Estas expresiones dan entender de una parte la continuidad de la misión
de Jesús en el tiempo de la Iglesia, y de otra, en la línea de la revelación,
que la palabra y los signos se complementan.
      En el modo concreto de cumplir la misión confiada por Jesús, el
evangelio subraya la importancia de la pobreza. Esta pone de manifiesto la
gratuidad del don recibido (de ello se habla también en la 2ª. lectura) y la
libertad y entrega con los apóstoles deberán dedicarse a anunciar el mensaje.
      Las recomendaciones concretas sobre el modo concreto de proceder,
indican también las dificultades reales de la misión. Jesús predice con toda
claridad que en algunos sitios serán rechazados, como Él sabía por propia
experiencia y por la de los profetas del Antiguo Testamento (1ª. lectura).
      En todos los casos la realidad primera sobre la que se apoya toda
vocación y misión en la Iglesia es "la inagotable generosidad" (Ef 1,7) del
Padre que llama y que tiene un designio de amor para el mundo.

Desde Nazaret

      El evangelista Marcos, que había ya anotado cómo fue de Nazaret (1,9)
de donde Jesús salió para ser bautizado en el Jordán y comenzar su misión,
pone ahora el comienzo de la misión de los doce a continuación de su paso por
Nazaret. Se diría que se trata de un nuevo punto de partida y para ello se
empieza desde el mismo sitio elegido por Jesús para salir a cumplir su
misión.
      Así pues, leído desde Nazaret, podemos fijarnos sobre todo en la
importancia del tiempo vivido por los apóstoles con Jesús antes de ser
enviados para aquella primera misión.
      Desde que Jesús los llamó uno por uno para que lo siguieran y fueran
sus compañeros hasta el momento del envío, pasó un tiempo de un cierto
aprendizaje y sobre todo de crecimiento en la fe. Jesús por su parte, cumplió
una cierta función educadora reuniendo el grupo, haciéndolo testigo de su
predicación y de sus intervenciones milagrosas, compartiendo la vida con
ellos.
      La distancia temporal entre la llamada y el envío comporta un camino
de preparación, de maduración que nos recuerda en varios puntos la
experiencia de Jesús en Nazaret.
      En ambos casos el apóstol se prepara, interioriza la llamada, se pone
a disposición para ser enviado. Son pasos a veces juzgados inútiles porque
no se les ve la eficacia o apariencia externa, pero sin ellos difícilmente
se aguanta la inexorable dificultad de la misión.
      Pero lo que más necesitamos entender es que ese aspecto de preparación
y formación es una dimensión de debe acompañar siempre al apóstol. "Nazaret"
en ese sentido es una situación a la que hay que volver siempre. Así lo hará 
Jesús después de su primera misión en Galilea (Mc 6,1-6) y también al regreso
de los apóstoles (Mc 6,31)
      Es también un modo de celebrar el derroche de bondad, misericordia y
amor del Padre, que desde siempre elige y acompaña la acción que tiende a
desarrollar en el mundo su plan de salvación.

Te bendecimos Padre, porque nos has elegido
antes de crear el mundo.
Danos la fuerza del Espíritu Santo
para cumplir nuestra misión
como Jesús tu Hijo y nuestro Señor.
Tú eres nuestra única riqueza.
Queremos ir en tu nombre y confiado en tu poder,
libres y pobres, para anunciar el mensaje,
para luchar contra el mal,
para curar a los hermanos.

Con la fuerza del envío

      Cobra cada vez más fuerza en la iglesia la idea de que todos somos
llamados y enviados. El bautismo y la confirmación sellan esa llamada y ese
envío de cada uno de los miembros del pueblo de Dios.
      La llamada y el envío de los doce por parte de Jesús tiene así, además
de su cometido propio, un valor simbólico y paradigmático, al ser los doce
la representación del nuevo pueblo de Dios.
      La fuerza del envío está en la conciencia de que cada uno ha sido
elegido por parte de Dios. Sólo quien siente el peso del amor y de la
predilección de Dios está en condiciones de ser enviado. Como los apóstoles,
que habían vivido con Jesús y habían empezado a creer en Él entreviendo el
misterio de su persona, también ahora es necesario, antes de ser enviado,
"dejarse alcanzar" por el amor de Cristo.
      La experiencia del amor de Dios es lo que urge y pone en camino para
anunciar su reino. La premura y la urgencia del envío, la itinerancia y el
poner atención únicamente a los bienes del evangelio que la Palabra de Dios
hoy nos piden, pueden encontrar eco sólo en un corazón que se sabe amado,
elegido muy por encima de los propios méritos: "Destinándonos ya entonces a
ser adoptados por hijos suyos por medio de Jesús Mesías -conforme a su querer
y a su designio - a ser un himno a su gloriosa generosidad" (Ef 1,5-6).
      Es ese amor de Dios el que da la libertad y la disponibilidad para ir
sin llevar otra cosa que el evangelio y para ser testigos de lo que se
proclama.

TEODORO BERZAL.hsf


sábado, 7 de julio de 2018

Ciclo B - TO - Domingo XIV


8 de julio de 2018 - XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo B
                    

                  "Sólo en su tierra, entre sus parientes
                   y en su casa desprecian a un profeta"

-Ez 2,2-5
-Sal 122
-2Co 12,7-10
-Mc 6,1-6

Marcos 6,1-6

      En aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo
oía se preguntaba asombrada:
      - ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado?
¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María,
hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanos no viven con
nosotros aquí?
      Y desconfiaban de Él. Jesús les decía:
      - No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes
y en su casa.
      No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponién-
doles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de
alrededor enseñando.

Comentario

      La lectura de Ezequiel introduce ya el tema del rechazo del profeta por
parte de los destinatarios del mensaje. En el evangelio se agudiza en cierto
modo esa experiencia al producirse el rechazo en el ambiente más familiar al
portador de la buena nueva. Sin pretender excesivas generalizaciones, es la
"espina" en la carne de muchos evangelizadores.
      La visita de Jesús a Nazaret es colocada por Marcos después del
desarrollo de su misión entorno al lago de Genesaret. Representa un momento
particularmente difícil a partir del que comienza a delinearse cada vez con
trazos más concretos el drama de la cruz: al rechazo en el pueblo donde se
había criado sigue el relato del martirio de Juan bautista y las dificultades
con los fariseos...
      La serie de preguntas con que los habitantes de Nazaret expresan su
incredulidad dejan ver un problema de fondo que tiene sus repercusiones
también en la Iglesia, quizá ya cuando Marcos escribía; Para ellos la
dificultad (el "escándalo" Mc 6,3) estaba precisamente en el conocimiento
inmediato que tenían de Jesús. su rostro humano, su permanencia entre ellos
como uno de tantos, velaba la posibilidad de que fuera el portador de un
mensaje y de unos signos que lo identificaban con el Mesías.
      La formulación en serie de las preguntas da la impresión de ser todos
los recursos a los que la mente humana puede agarrarse para no dar el salto
de la fe. Porque la fe, don de Dios en último término, pide del hombre esa
renuncia a una lógica humana total en la que cada persona y cada situación
es catalogada únicamente por los datos que suministra la razón.
      "Jesús se extrañó de aquella falta de fe" (Mc 6,6) Y, sin embargo,
Jesús debía estar ya acostumbrado a una variedad de reacciones ante su
persona y su mensaje. En otros casos había visto también la falta de fe.
Quizá en éste le dolió m s precisamente por los vínculos de amistad que sin
duda le unían a sus conciudadanos y familiares.

"Fue a su pueblo"

      Es éste que leemos hoy uno de los pasajes que más datos nos aportan
sobre la vida de Jesús en Nazaret, después de los relatos de su infancia. El
hecho que narra está también atestiguado por los otros dos sinópticos: Mateo
(13,53-58), que se atiene fundamentalmente a los datos de Marcos, y Lucas
(4,16-30) que modifica a su modo la narración para presentar la visita a
Nazaret como la inauguración del ministerio público de Jesús.
      Tres son los datos que fundamentalmente nos ofrece el texto y los tres
son preciosos para conocer la experiencia de Jesús antes de comenzar su
ministerio; Veámoslos en detalle.
      - "¿Qué saber le han enseñado a éste, para que tales milagros salgan de
sus manos?". La pregunta por el origen de su "saber" es interesante si la
ponemos en relación con la afirmación de Lucas de que Jesús crecía en
"sabiduría". Ese "saber" esa "sabiduría" se refiere indudablemente al
aprendizaje que da la experiencia humana en todos los campos. Los conocidos
de Jesús excluyen que mientras vivió con ellos haya tenido otras fuentes de
instrucción.
      - Jesús es el hijo de María y sus hermanos y hermanas viven allí.
Marcos no menciona a José, pero sí lo hacen directa o indirectamente Lucas
(4,22) y Mateo (13,55). La familia de Jesús va más allá del círculo
restringido del hogar y que testimonia bien a las claras el enraizamiento en
aquel pueblo, la pertenencia a una familia y a una situación social concreta.
      - Es el carpintero. Otro dato esencial para definir la condición de
cualquier persona es el trabajo. Y el trabajo de Jesús no era una ocupación
ocasional, sino un oficio, que lleva consigo un aprendizaje, una práctica
asidua, la inserción en todo un mecanismo de relaciones sociales (encargos,
ventas, etc.) que determinan bastante bien de qué tipo de persona se trata.
      Esta ventana abierta a la realidad de Nazaret es de gran importancia
para afirmar el radicalismo de la encarnación y para abrirnos a las
perspectivas del evangelio que Jesús anuncia. Su mensaje va cargado de una
experiencia humana precedente que ilumina las situaciones concretas en que
nosotros nos encontramos que (salvando todas las distancias) son similares
a las suyas.

Padre, tú que conoces el corazón de cada hombre,
cura nuestra incredulidad con la gracia de tu Espíritu,
para que sepamos acoger el mensaje
del profeta de Nazaret.
Su vida con María y José fue ya anuncio y profecía,
y ahora en la Iglesia
nos revela todo el poder de su Palabra.
Danos un conocimiento profundo de Jesús,
para ver en Él al mensajero humilde
del Dios cercano al hombre,
que llega hasta nuestra tierra,
hasta nuestro pueblo,
hasta nuestra casa,
para traer la buena nueva de la salvación.

Evangelizar Nazaret

      El evangelio de hoy deja bien a las claras que hay un conocimiento de
la vida de Jesús en Nazaret que puede ser un obstáculo para la fe. Nazaret,
como toda realidad humana, necesita ser evangelizada.
      La visita de Jesús durante su ministerio de anuncio del evangelio al
lugar que le vio crecer para "enseñar en la sinagoga" (Mc 6,2), es un
estímulo para continuar paso a paso llevando la luz del evangelio a nuestra
realidad nazarena de ahora.
      Nada hay tan peligroso como "acostumbrarse" a convivir con Jesús y con
los "sacramentos" que hoy nos transmiten su presencia sin discernir su
verdadera identidad. Reducir a Dios a los parámetros de conocimiento y
pretender saberlo todo acerca de Él, es una tentación muy insidiosa de los
conciudadanos de Jesús.
      Por eso necesitamos hacer cada vez este esfuerzo de leer el evangelio
desde Nazaret. O dicho en otros términos, dejar que el evangelio penetre cada
vez más en nuestra vida cotidiana para que la vaya abriendo a la salvación
que Jesús trae consigo.
      Es el paso necesario para entrar en la nueva parentela de Jesús, donde
se da otro tipo de intimidad y una familiaridad en otra dimensión que los
habitantes de Nazaret entonces no entendieron y que nosotros estamos llamados
a vivir.

TEODORO BERZAL.hsf